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Ya Albert Einstein reconocía
hace décadas sus beneficios, afirmando que era recomendable para
refrescar la mente y estimular la creatividad. Hablaba de la siesta, una
costumbre muy española que, poco a poco, se está extendiendo
hasta otros lugares. Ahora, un estudio vuelve a demostrar que ese pequeño
periodo de sueño tras la comida puede ser muy beneficioso. Seguro
que nunca había dudado de las ventajas que puede proporcionarle
la siesta. Y más ahora, cuando llega el verano y esa media hora
dormitando después de la comida se convierte en uno de los mejores
momentos del día, cuando el calor más aprieta. Pero, ¿sabía
que esos minutos descansando pueden convertirse en beneficiosos para el
aprendizaje?
A esa conclusión han llegado científicos de la Universidad de Harvard, donde se ha desarrollado una investigación con un grupo de voluntarios, que han realizado un ejercicio de percepción visual similar a un video-juego cuatro veces al día; algunos de ellos se han echado la siesta, mientras que otros sólo han descansado tras el almuerzo, sin dormir. Pues bien, el rendimiento de los que han apostado por echar una cabezadita es bastante mejor que el de los otros participantes en la investigación, que han ido empeorando a medida que el día avanzaba. Así, el rendimiento de los que han hecho siestas ha mejorado a medida que avanzaba el día, sobre todo en las dos sesiones de la tarde. Este resultado demuestra también que el tiempo sí que influye, pues estos datos se obtuvieron con personas que aprovecharon para dormir la siesta una hora, mientras que los que optaron por dormir tan sólo 30 minutos quedaron en un término medio, pues no se encontró ni mayor ni menor efectividad. La razón de estos resultados es sencilla: durante la siesta se consolida el aprendizaje (sobre todo el relacionado con la percepción y la psicomotricidad) que se ha producido por la mañana y hay aún espacio suficiente para seguir acumulando información. Si no hay siesta, el aprendizaje se bloquea porque el cerebro se satura. |
Las empresas se basan en los múltiples estudios que se han realizado sobre los efectos positivos de la siesta, que han demostrado que echar una cabezadita aumenta la productividad, la creatividad, la capacidad de resolver problemas, el nivel de alerta (especialmente en personas que requieren de gran concentración en sus trabajos) y el estado de ánimo, datos que han sido corroborados por multitud de especialistas en el sueño. El tiempo óptimo para que sea beneficiosa se sitúa entre 20 minutos y una hora. Pasado ese tiempo, uno se incorpora a la actividad diaria más despejado. Todo demuestra que no estaban confundidos amantes célebres de la siesta, como Leonardo DaVinci, Thomas Edison, Wiston Churchill, el músico Johannes Brahms o el genial pintor Salvador Dalí, que cuentan que sostenía una cucharilla entre los dedos antes de quedarse dormido y, cuando ésta se escurría, el ruido despertaba al artista de su breve siesta, breve, pero suficiente. Y es que la siesta vuelve a estar de moda. |